La historia sobre cómo me di cuenta de que tenía un bulto sospechoso en el pecho no es muy habitual.

No fue a través de médicos (normalmente hasta como mínimo los cuarenta  años de edad no se les realiza a las mujeres ningún control específico en las mamas) ni tampoco a causa de ningún síntoma habitual; fue más bien por casualidad.

La cosa es que un día cualquiera, a principios de noviembre de 2017 (justo para mi cumpleaños),  después de salir de un entreno de Krav Maga, llegué a casa y empecé a notar dolor por la zona del pecho izquierdo (seguramente por algún golpe recibido en la clase, habíamos trabajado ese día con porras de goma).

De repente, palpando la zona localicé un bulto sospechoso y  considerablemente grande que había aparecido de la nada  en un lateral de la parte superior de mi pecho.

Lo primero que hice fue coger la app de Sanitas y pedir una cita con mi ginecólogo.

Mi ginecólogo se mostraba tranquilo con el caso por mi corta edad (con 28 años es una enfermedad poco habitual, aunque cada vez existen más casos) pero por otro lado le sorprendía que de repente hubiera aparecido un bulto así en mi pecho.

Me mandó realizar una ecografía mamaria y el doctor que me la hizo, me envió directa a hacerme una biopsia de aguja gruesa (esa intervención os lo contaré en otro post, fue como si hicieran espaguetis de tumor de Clio con una grapadora).
El doctor no lo veía muy claro y lo dictaminó como caso de alerta (así, además, se aceleraba el proceso).

Al cabo de diez días de realizarme la prueba, me llamaron y me pidieron que me pasara por la clínica: ya tenían los resultados.

Las primeras palabras que oí salir de la boca de la doctora encargada de la biopsia  me dejaron totalmente en estado de shock:

“Clio, esto hay que quitarlo lo antes posible; tiene células cangeríenas”. 

Luego vinieron las preguntas: Dónde vas a realizar el seguimiento y el tratamiento? Sabes a quién dirigirte…?
Yo y mi ansiedad sólo queríamos irnos de allí. Mi madre me acompañaba y desde entonces y como siempre no ha dejado de respaldarme y ayudarme.

Sólo quería llorar, llamar al colegio para comunicar al centro que iba a coger la baja, llegar a casa y comunicarle a mi pareja, família y amigos lo que me pasaba.

En la primera biopsia realizada, el carcinoma medía 2,3 cm, y cada semana iba creciendo tan alegre a sus anchas.

Gracias al haber recibido ese golpe en la clase de defensa personal, el tumor se “despertó”, se inflamó y pudo ser detectado. Si no hubiera sido por ello, no sé cómo habrían avanzado los acontecimientos.

Aquel día, 16 de noviembre de 2017, empezó mi nueva aventura.

Aunque no fue directamente el modo con el que detecté mi tumor,  sino más bien por el dolor de un golpe, recomiendo que os palpéis y os autoexploréis el pecho desde ya.
Seguramente haciéndolo os podréis montar mil películas mentales encontrando bultitos que serán totalmente normales o benignos como quistes o tejidos fibrosos; pero aún así, si tenéis cualquier sospecha, no dudéis en poneros en contacto con vuestro médico.