Tres semanas después de acabar con la tortura de la quimio, por fin llegaba el día de la operación.
El 29 de mayo recibí mi última dosis de Taxol, la segunda ronda de quimios, y el 20 de junio, tras 3 semanas de descanso y tiempo para recuperarme un poco, me operaban.

Antes de empezar con la explicación, hago un paréntesis para poneros en situación del estado de mi tumor y del orden de procedimiento del tratamiento de ataque y eliminación del mismo:

Mi diagnóstico:

Neoplasia de mama (tumor maligno o cáncer de mama para los amigos) de tipo Her2+ (hormonal) en el cuadrante superior del pecho izquierdo y ganglio centinela infectado en la zona de la axila. El ganglio centinela es el primer ganglio linfático que encuentran las células tumorales al intentar diseminarse a través de la linfa. Cuando el ganglio centinela no presenta células tumorales podemos presumir que en el resto de los ganglios axilares no existirá afectación. Por desgracia no fue mi caso, y por lo tanto había que tenerlo controlado. Por ahí se expande todo y podemos ir al siguiente nivel de putada, la metástasis.

Mi tratamiento:

1- Quimioterapia y anticuerpos: 4 sesiones de AC + 12 de Taxol (esto es quimio) + 4 de Pertuzumab + 18 de Trastuzumab (esto son anticuerpos).

2- Cirugía: Tumorectomía de mama + Ganglio Centinela + Linfadenectomía axilar. Es decir, en vez de extirparme todo el pecho,  sólo me extrajeron el tumor (el cual con la quimio se redujo muchísimo) junto con unos márgenes de más como prevención para dejar la  zona limpia; también el ganglio centinela por si seguía infectado, y unos ganglios de alrededor también por prevención (tres para ser exactos). 

3- Terapia hormonal: Tres semanas tras la operación, empecé a tomar una pastillita al día de Tamoxifeno, la cual tendré que ingerir diariamente durante unos 5 años. Habrá artículo sobre el tema. 

4- Radioterapia: El lunes 9 de julio tuve mi primera visita con la doctora de la materia, pero no la empiezo hasta el 1 de agosto. Habrá artículo también sobre esta parte del tratamiento. 

EN ESTE ARTÍCULO ME CENTRO EN EL PUNTO NÚMERO 2!


LUGAR DE LA OPERACIÓN

Mi operación fue llevada a cabo en el hospital Dexeus mujer, de Barcelona. Este fue el hospital donde acudí tras recibir la noticia de tener cáncer de mama. La verdad es que desde el primer día el trato ha sido y es excelente.

Mi cirujano, director del Comité de Ginecología Oncológica y Mastología, el doctor Rafael Fábregas Xauradó (un pro en la materia), fue la primera persona que me atendió, fue quien me guió y predijo con éxito cómo iba a ir todo, hasta llegar al día de la operación y ser él el encargado de extirparme el tumor.

Me siento muy afortunada por haber podido estar en sus manos y en las de su equipo. Me han hecho sentir como en casa y me han dado mucha tranquilidad y seguridad. También en el Hospital de Sant Joan de Reus, donde he recibido la quimioterapia y recibiré la radioterapia, guiada por mi  magnífica oncóloga, la doctora Mireia Melé, la cual, a parte de aguantarme cada 21 días con mis preguntas disparatadas y mis aventurillas y hacerme sentir una Wonderwoman, es una doctora excelente y me ha informado y ayudado mucho en el largo proceso de la quimio (y lo que nos queda aún).

Pero bueno, de todo esto ya hablaremos, que me voy por las ramas. 


PREOPERATORIO 

Antes de realizar cualquier operación con anestesia general, se necesita realizar un preoperaorio. 

Te pasas unos días yendo a mil médicos para realizarte mil pruebas. Vamos, que no te libras de más viajecitos al hospital.

En este caso, las pruebas que me realizaron fueron las siguientes (espero no dejarme ninguna):

  • Analíticas de sangre
  • Radiografia de Tórax
  • Ecografía mamaria
  • Mamografía
  • Resonancia con contraste
  • Electrocardiograma
  • Visita con el Anestesista 

MARCAJE GANGLIO CENTINELA 

A parte de estas pruebas más rutinarias, el 19 de junio, día antes de la operación, me realizaban el marcaje del ganglio centinela.

Como ya he comentado más arriba, cuando el cáncer progresa, tiende a diseminarse a través de  la sangre y de los vasos linfáticos, y el ganglio centinela es el primer ganglio linfático que encuentran las células tumorales al intentar avanzar. En mi caso, estas células tan majas llegaron a él y por lo tanto había que eliminarlo también para evitar una metástasis. 

El procedimiento para detectar el ganglio centinela comienza el día anterior a la operación quirúrgica, con la realización de una linfogammagrafía.

Primero, te inyectan un radiofármaco, y media hora después vuelves y te hacen la linfogammagrafía. Básicamente es una como una radiografía pero de los linfas, los ganglios situados en la axila. Por lo visto el radiofármaco ese se mete dentro del ganglio y lo tiñe y así al día siguiente el cirujano puede localizarlo y extirparlo con más precisión. Seguramente es mucho más complejo que eso, pero mis conocimientos en ello son de nivel usuaria principiante.

Lo que sí tengo claro, es que en el caso del cáncer de mama, la principal ventaja de esta prueba es evitar la extirpación completa de los ganglios linfáticos de la axila (a no ser que no hubiera otra por tener más ganglios infectados, que no ha sido mi caso) y, por tanto, evitar las complicaciones en ese brazo como la retención de líquidos e hinchazón (el famoso linfedema), falta de sensibilidad en la piel del antebrazo o la disminución de la movilidad del brazo.


OPERACIÓN

A las 9h de la mañana, en ayunas y sin ningún tipo de crema ni maquillaje en mi cuerpo (daba miedo verme), entraba al hospital para realizarme una especie de marcaje “externo” del tumor y del ganglio.
Consiste en que te atraviesen la piel con una especie de alambre, el cual conecta el exterior con el tumor y el ganglio (los cuales fueron marcados con un clip metálico antes de empezar con la quimioterapia, por si desaparecían con el tratamiento, saber dónde estaban y saber qué zona del pecho extraer). 

La primera imagen que me vino a la cabeza antes de que me realizaran esta intervención, fue la de mi pecho como si de un pobre toro se tratara, con las banderillas atravesadas. Pero nada de eso, es muy fino el alambre y te lo dejan bien cubierto con un vendaje.  

Sobre las 14:30h, ya medio desnutrida tras horas de espera en la camilla, empezaba la operación. Estaba ya tan cansada que me quedé frita enseguida con la anestesia general. 

Me desperté a las 16:30h con el pecho vendado y me llevaron a planta.

También llevaba un drenaje (una bolsa colgando de debajo de la axila) para ayudar en la evacuación de la sangre hacia el exterior, previniendo así la formación de un hematoma o complicaciones varias.

Ese día y el siguiente (ya que pasé una noche ahí) recibí varias visitas que, aún mi estado de convalecencia, me hicieron muchísima, pero muchísima ilusión (preciosas las flores, deliciosos los dulces y bombones, y sin palabras por los detalles recibidos y la carta de Marta, la cual fue alumna mía hará dos cursos, te quiero mucho, tienes unos padres que valen millones y una madre que es una guerrera). También fui muy feliz recibiendo todos los mensajes y llamadas de apoyo y alegría  de mi familia, amigos y conocidos (os quiero mucho a todos, sois lo mejor, gracias por hacerme el camino más fácil). 

Después de 24h sin comer ni beber nada, cené con vistas al Camp Nou a las 21:30h en la cama del hospital, menú dieta blanda, ya sabéis cómo de bueno suele estar, no todo podía ser la leche en el hospital. 

Mi madre se quedó a dormir en el sofá cama que hay en la misma habitación para los acompañantes. Según dice durmió muy bien y cómoda. También le dieron un ticket esa noche para cenar en el restaurante del hospital. 


DÍA DESPUÉS DE LA OPERACIÓN

Al día siguiente, después de recibir visitas amigas, vino mi querida psiconcóloga (psicóloga para pacientes en tratamiento oncológico), la doctora Sandra García, la cual a parte de una gran profesional, es una persona adorable, para ver qué tal estaba, ver cómo había ido todo y charlar de nuestras cosas a nivel doctora-paciente.

Sobre las 12h llegó el momento de recibir la visita de mi querido y admirado cirujano, el doctor Fábregas. Ansiaba verle y que me contara qué me había hecho exactamente, ya que hasta entonces no tenía ni idea.

Tan claro, conciso y amable como siempre, me quitó el vendaje, observó cómo estaba todo y me explicó el proceso y resultado de la intervención.

A través de una sola incisión en la zona interna de la axila, me extrajo el tumor que se encontraba en el cuadrante superior de la mama, evitando así una cicatriz en medio del pecho, y el ganglio centinela, junto con otros tres más de alrededor a nivel preventivo. 

Qué decir del resultado? Pues increíble. Aún estar la zona inflamada por el tute recibido y tener puntos, el aspecto era buenísimo.
Días después parecía que ahí no había pasado nada. La cicatriz es súper discreta. Podría colar por un arañazo o hasta según como por un pliegue del brazo.
Conclusión, mi ciru es Dios. 


Las fotos son de un mes después de la intervención.

Antes de irme para casa, me visité con la fisioterapeuta, la doctora Mallafré, especializada en atender a pacientes tras este tipo de intervención, y la enfermera del doctor, Alicia, la cual que me cae genial, es super agradable (como todos los de su equipo parece ser).
Después de observar lo bien que había ido la intervención, me colocaron un vendaje especial, rollo un corset para el pecho operado, con la intención de inmovilizarlo y evitar que hubiera complicaciones post operatorias.


UNA SEMANA DESPUÉS

Al cabo de una semana volví al hospital para que me quitaran el vendaje y los puntos.

Primero, puntos fuera, ni me enteré. Luego, vendaje fuera: qué alivio, era un poco ortopédico. 

La fisio comprovó mi movilidad del brazo la cual era buena. Eso sí, al quitar ganglios, aunque fueran pocos, te avisan de que vayas con cuidado con el brazo intervenido para evitar el riesgo de linfedema. Cada miércoles voy al hospital de Reus a hacer rehabilitación preventiva, junto con tres mujeres más muy majas.
Si quieres realizar deporte como es mi caso, te dicen que esperes primero un poco y luego, como es normal, que lo vayas haciendo de forma progresiva. Recomiendan evitar el levantamiento de peso. 

A continuación el doctor me daba los resultados definitivos, siendo un éxito la operación.
Del tejido extraído, quedaban aún unos milímetros de tumor que no habían acabado de desaparecer con la quimioterapia, el ganglio centinela se había negativizado y los otros ganglios extraídos estaban limpios.

Oficialmente podía decir que no tenía cáncer. Parecía que haberlas pasado canutas durante varios meses con la quimio Serial Killer había valido la pena y que con la operación ya se había acabado de rematar la faena. 

Eso sí, no me libro de la radioterapia a modo de prevención, ni de los cinco años de terapia hormonal; pero después de lo vivido, eso es pan comido!


UN MES DESPUÉS 

Pasado un mes, puedo decir que la cicatriz tiene muy buen aspecto, la inflamación ya ha desaparecido y hago vida normal: conduzco, duermo de ambos lados, me visto, ordeno y limpio la casa… Aún así sigo teniendo varias molestias, que por lo visto son normales y que con el tiempo disminuirán.
Se ve que cuando cortan, arrasan inevitablemente también con algunos nervios que circulan por la zona, causando así sensaciones extrañas en el brazo durante un tiempo. De todos modos, me comentan los médicos que ya nunca volveré a sentir el brazo del mismo modo que antes. Pero bueno, dicen que te acostumbras.
Los síntomas que estoy viviendo son: adormecimiento o insensibilidad mezclado con sensación de hinchazón y sobrecarga del mismo, insensibilidad en la axila y zona de la cicatriz, hipersensibilidad en la zona por donde circulaba el nervio (el famoso dolor fantasma).
Algunos síntomas como el de hipersensibilidad, el cual me molestaba bastante porque el roce con cualquier cosa me «dolía», ya van disminuyendo, veremos cómo evoluciona con el tiempo!