He estado más out del blog de lo que me hubiera gustado, pero no he podido dedicarme con tranquilidad a escribir. Quería agradecer los comentarios de apoyo y de agradecimiento de las personas que leéis mi blog. Me alegra muchísimo saber vuestra opinión y sobretodo ver que puedo ayudar a otras mujeres compartiendo mi experiencia. Gracias!

El 1 de Agosto de 2018, aproximadamente mes y medio después de mi intervención, empecé con la radioterapia.

A grandes rasgos y a nivel usuario, os explicaré en qué consistió mi fase de radioterapia. Aún a falta de tecnicismos médicos e información precisa, espero con mi experiencia poder resolver dudas y servir de ayuda. 

Recibí 33 sesiones, dosis estandarizada recomendada para mi tipo de tumor.

La dosis y la cantidad de sesiones dependerá del diagnóstico de cada paciente.

Un amigo mío (Albert, mi informático salvador absoluto de mis torpezas y contratiempos con el blog) tenía curiosidad por saber cómo de radiactiva iba a estar durante este periodo y le pregunté a mi radioterapeuta sobre la dosis que iba a recibir. Me comentó que mi dosis consistía en 2 grays por sesión, llegando a un total de 66 grays. No sé en qué consiste exactamente pero ahí lo dejo como dato curioso. 

Fueron 25 sesiones radiando toda la zona afectada: parte superior de la mama izquierda (donde estaba el tumor antes de extirparlo, evitando así radiar la mama entera para no perjudicar al pulmón ni corazón en la medida posible), axila y clavícula (zona de la cicatriz y ganglios). Las últimas 8 sesiones radiaban sólo la zona donde había estado el tumor.

Zona radiada



MI PRIMER DÍA

Tras visitarme con mi radioterapeuta y comentarme en qué iba a consistir el tratamiento, fui atendida por enfermeros, los cuales junto con ella iban a seguir mi proceso para asegurarse de que todo estuviera en orden (mi piel y mi estado de salud en general). Como siempre, un equipo de profesionales encantador. 

Se aseguran de que la zona esté apta para recibir radioterapia, ya que por ejemplo, en mi caso, después de una intervención quirúrgica, podría ser que la zona afectada no estuviera aún en condiciones. Tras mes y medio no fue el caso y empecé con el tratamiento.

Primero de todo, tras quitarme la ropa de cintura para arriba, ponerme la bata y salir del vestidor, me pasaron a la sala de la máquina, me estiraron en la camilla y me realizaron un marcaje que consistió en una especie de mini tatuajes hechos con una aguja a modo de inyección de tinta. Dibujaron tres puntitos, uno en cada costilla y otro en el centro, bajo el esternón. Al ser tatuados, son de por vida, pero parecen pequitas.
Esto sirve para facilitar el trabajo del técnico. Así cada vez que te estiras en la camilla de la máquina, estás colocada siempre en la misma posición, radiando así con precisión la zona programada sin que se escape ningún rayito donde no debe.

       

 

 

 

 

 

 

 

Una vez marcada, te realizan unas radiografías, las cuales irán repitiendo durante el proceso. Son de control, en ellas se ve tu esqueleto colocado en la camilla. Las hacen cada X sesiones (notarás que esos días estás más tiempo del habitual).
Luego sobreexponen dichas radiografías a las tomadas anteriormente, es decir, las colocan unas sobre las otras. Entonces miran si los dos esqueletos cuadran, es decir, confirman si te han ido colocando bien en la camilla (misma milimetrada posición) gracias al marcaje con tatuajes.

También realizan otras pruebas más técnicas que desconozco, las cuales se basan en planificación y simulación. Tienen que tener muchos factores en cuenta ya que hay muchos órganos vitales en la zona que proteger de la radiación. 

Una vez hecho todo esto, empezaron a radiarme, proceso indoloro que dura unos minutos. 

El primer día se me hizo largo de narices, sobretodo porque tuve que estar mucho tiempo (creo recordar que estuve hora y media) tumbada en la camilla sin moverme, con los brazos estirados hacia atrás. La cosa es que aún me dolía bastante el brazo izquierdo tras la operación y en esa postura el dolor aumentaba a gran escala. Me estuvo doliendo varios días de forma más intensa a raíz de eso pero luego ya mejoró.


EN QUÉ CONSISTE LA RADIOTERAPIA EXTERNA? 

Después de ser tratada con quimioterapia y extirparme quirúrgicamente el tumor, tocaba acabar de rematar al bicho con radioterapia. Hay que asegurarse de que la zona queda limpia y está todo más que perfectamente superado, y qué mejor forma que carbonizándote la piel. Supongo que dentro de unos años la ciencia avanzará y habrá técnicas menos salvajes, pero por ahora este es el proceso sádico (junto con la amiga quimio) que se usa y que funciona bien!


Acabando de rematar la faena. 

Existen dos tipos de radioterapia, la externa y la interna: La externa, la cual es emitida por máquinas grandes y precisas de forma externa al cuerpo humano. La interna se realizada introduciendo en el cuerpo del paciente isótopos radioactivos, es la llamada ‘braquiterapia’.

En mi caso recibí radioterapia externa y es de la que os hablaré en este post.


CUANTO TIEMPO DURA EL TRATAMIENTO?

En mi caso, al ser 33 sesiones, duró un mes y medio. Todo agosto y medio septiembre. 

Es aplicada diariamente (de lunes a viernes, y si es día festivo se pasa a sábado) y cada sesión dura sólo unos minutos, aunque puede variar si realizan alguna prueba más como las radiografías que comenté más arriba. 

Se pierde más tiempo yendo al hospital, esperando tu turno y desvistiéndote que durante en el proceso en sí. Acaba siendo bastante cansado el tener que desplazarse cada día hasta el hospital, pero es lo que toca.

También hay que comentar que son máquinas muy complejas y que a veces fallan o se sobrecalientan y se apagan. A mi esto me afectó sólo una vez. Tuve que volver al día siguiente porque no pudieron darme mi dosis (suena muy drogodependiente). Justo fue cuando iba a por la última de todas. Me llevé un chasco pero bueno, al día siguiente ya pude acabar!  


CÓMO SE APLICA?

Entraba en el box, me desvestía de cintura para arriba, me ponía una bata para ir hasta la sala y me tumbaba con los brazos hacia atrás en una camilla ante la gigantesca máquina.

Los técnicos me acababan de colocar correctamente mirando que los puntos tatuados cuadraran con la zona estudiada a ser radiada. 

Me dejaban sola en la sala, tenía que permanecer inmóvil y empezaban a radiar observándome desde otra sala.

La máquina tiene un brazo que se va moviendo a tu alrededor y para en puntos específicos lanzando radiación, la cual ni se ve ni se siente. Es INDOLORA. Sólo sabes que estás siendo radiada por el pitido que emite la máquina.



EFECTOS SECUNDARIOS

– Dolor: Aunque en el momento de aplicarla sea indolora, no significa que al cabo de los días u horas eso no empiece a doler. No sólo quema la piel por fuera, sino que también por dentro. Provoca inflamación y la zona queda delicada. El dolor tarda meses en irse del todo.

– Cansancio: Sí, estaba cansada y mucho. Yo ya no sabía si me había vuelto vaga para siempre o si era algo temporal. Tantos meses cansada ya empezaba a preocuparme.
La doctora me confirmó que la radioterapia provoca cansancio, y me comentó que además se me juntaba con que aún la quimio andaba por mi cuerpo (tarda meses en desaparecer del todo) y ya sabemos que provoca mucha fatiga también. Me aconsejó dormir siestas y descansar en general.
Yo tenía sesión cada día a las 8:45 am,  llegaba a casa y me echaba a dormir un rato porque si no lo hacía era un zombie durante el resto del día.

Para mi, era una sensación de cansancio parecida a como cuando vas a la playa a pleno medio día, no te proteges, efectivamente te quemas y te quedas medio atolondrado por la insolación que te ha dado y necesitas echarte un rato largo.

Unas semanas después de acabar la radio ya era más persona, pero bueno, tras un año con tantas historias, es normal que cueste remontar y recuperar la energía. 

– Reacciones en la piel (epitelitis o radiodermitis): La piel de la área tratada sufrió alteraciones varias a lo largo del tratamiento, muy similares a una quemadura solar bestia. Por suerte las cremas que te recomiendan te salvan la vida, sin ellas adiós piel literalmente. Yo empecé usando Cicaplast de la Roche Posay, pero luego, al cabo de dos semanas, me comentaron que mejor usara la de ISDIN, especial para pieles irradiadas.


Hay muchísimas cremas de distintas marcas, las cuales funcionan correctamente. Yo usé ésta y me fue súper bien. Estoy muy contenta con el resultado. Además su precio es asequible, unos 20 euros. Hay cremas más caras pero no está comprobado que den mejores resultados.

Tengo que añadir que, a parte de beber mucha agua y usar la crema especifica, también estuve tomando unas cápsulas llamadas Oliovita, elaboradas a base de aceite de espino amarillo, las cuales me recomendaron para hidratar mi piel de forma interna.

La cosa es que tras dos semanas de radioterapia se me empezó a poner roja la piel (eritema) de la zona tratada.


A partir de la cuarta semana esa zona que estaba ya color guindilla, empezó a coger un color más oscuro bastante feo de ver. Parecía suciedad, pero bueno, duró poco tiempo y además iba siempre tapada evitando el sol i no se veía.


Empezó a pelarse y desaparecer tras finalizar con las 25 sesiones generales
y empezar con las focalizadas a la zona tumor.
Se pelaba facilmente, con una esponja suave i frotando con suavidad fui eliminando toda la piel muerta.

La mama se me inflamó y aumentó de tamaño, era muy amorfo de ver pero ya se ha normalizado bastante. Sigue algo hinchada y aún hay dolor interno pero está muy bien.

Otra curiosidad que me pasó fue que la radio me atravesó y se me puso roja hasta la espalda. Tenía una línea quemada. Me dijeron que era porque estaba muy delgada, que a veces pasaba.

Puede tardar hasta un año en normalizarse la piel y la mama en sí. Yo creo que en unos meses lo tengo ya bien del todo. Ya os contaré.

A día de hoy es imposible adivinar por el color de la piel que esa zona fue radiada, está del mismo color que el resto del cuerpo! Eso sí, como ya he comentado, sigue la hinchazón de la mama y el dolor interno aún está presente.

La radioterapia puede dar lugar a otras alteraciones más severas como dermitis o epitelitis  que requieren un tratamiento específico por parte del personal sanitario. Fue mi caso en la zona de la cicatriz y del pezón, el cual mutó a tamaño galleta maría y estaba híper sensible y doloroso. Parecía que venía de hacerme un piercing y no había ido bien la cosa.
Me recetaron una crema especial para aplicarme en esas dos zonas: blastoestimulina, mano de santo. En unos días aquello estaba en perfecto estado.
Noté también muchísima mejora cuando dejaron de radiarme la mama entera y se centraron sólo en el punto del tumor. 

– Falta de apetito: Durante la radio comía menos, poca cantidad de alimentos varias veces al día. Beber sí bebía mucha agua, que  además lo recomiendan para hidratarse internamente durante el proceso. La doctora me comentó que era normal perder las ganas de comer, que hasta puede provocar anorexia. Según me comentó, se debe a que parte del aparato digestivo recibe radiación indirecta y afecta a las ganas de ingerir alimentos.

Por supuesto, al igual que con la quimioterapia, hay que seguir evitando el sol y protegiéndose bien con crema solar el resto del cuerpo! 


ÚLTIMO DÍA

Mi último día fue bastante curioso de ver.

Llegué al hospital, tan tranquila, después de que la última sesión fuera cancelada porque la máquina no se encendía. Iba en el coche escuchando la BSO de la serie Twin Peaks, pensando: guay, se acabó al fin todo lo duro: quimio, operación y ahora radio. Llega la paz, o por lo menos más calma.

Pasé por el mostrador como siempre, charlé con los recepcionistas que tan bien me caen, me fui a la zona de espera con mi ropa de deporte y mi peluca nueva semi pelirroja (tengo pintas de teenager total), y de repente empecé a temblar de forma descontrolada.
Guardé el móvil que tenía en la mano e intenté calmarme un poco. Además ese día había mucha gente y no quería dar la nota.

Estaba muy nerviosa. Resulta que empecé a realizar que todo acababa, que mi vida empezaría a ser algo más normal de nuevo. Me entraron inevitables ganas de llorar, y empecé a hacerlo como una fuente descontrolada.

Total, ponerse a llorar en un edificio donde todos los que estamos ahí es porque tenemos cáncer, da a pensar que me ha pasado algo malo.

La gente empezó a preguntarme que qué me pasaba: están bien? te han dado una mala noticia? etc. Yo les contestaba: nada, tranquilos, lloro de alegría, es mi último día de radio. Siento el circo!!

Josep Carles, el hombre que siempre me atendía en recepción antes de casa sesión, me dio un súper abrazo, me felicitó y me dijo: yo que me había acostumbrado a verte cada mañana viniendo aquí, con los ojitos cerrados de dormida, qué haré ahora?

Qué momento tan drama queen tan bonito.

Estaba súper contenta, muy feliz. Nunca en la vida había llorado de ese modo. Jamás. Qué cosa tan curiosa, llorar de felicidad tan efusivamente, que sensación tan rara y agradable.

Volví a casa escuchando Running Wild de Airbourne.